Existen períodos históricos que aportan estabilidad a la llamada mayoría silenciosa, a cambio de un repliegue hacia la privacidad y el anonimato social. Suele ocurrir con los gobiernos autoritarios. Así, el comunismo concedía el desahogo deportivo y sexual en la vida personal de sus oprimidos súbditos. En el caso de la dictadura militar del general Franco, muy pronto, a 50 años de su muerte, se pretendía la despolitización y el olvido del trauma de la Guerra Civil mediante el desarrollo de unas nuevas clases medias, ansiosas de progreso material y consumismo.
Ante nosotros, un ciudadano samboyano de 77 años, electromecánico en Siemens-Cornellá, separado, con una hija diseñadora textil y una nieta de cinco años: Josep Valls Martí, un hombre afable. Nos recibe en su piso, donde al preguntarle cómo se las apaña viviendo solo da a entender que se ocupa de lo esencial y hasta nos explica algunos trucos de planchado y orden doméstico.
Naciste en Sant Boi, cerca de la termas romanas, en un parto al que asistieron dos comadronas y muy cerca del antiguo embarcadero del río Llobregat, ¿Es así como ocurrió?
Ahí fueron mis primeros pasos en un hogar de trabajadores de la época: mi padre albañil; mi madre, ama de casa con dos hijos. Y unos abuelos maternos rojos. El abuelo Martí Borrás fue jefe comarcal de Unió de Rabasaires,en una época ya tensa. Por el contrario mi abuelo paterno fue guardés en la finca hoy municipal de la Torre del Sol, de la familia Fradera (los cementeros). Después fue guardia urbano y pesador municipal y como le gustaba contar, trabajó con tres regímenes diferentes sin problemas. Tuve una tía materna,que fue comandante miliciana de la CNT y ya exiliada en Montpellier luchó con el maquis y fue condecorada con la Legión de Honor por De Gaulle. Con todo, exigió a su muerte ser enterrada con los suyos en Calaceite (Teruel), donde reposa.
Tuviste una entrada temprana al trabajo, tras los estudios primarios... Supongo.
Efectivamente. Tras los estudios primarios ingresé en la escuela de aprendices de la Siemens, con una enseñanza dual: por la mañana prácticas en fábrica y por la tarde de 16 a 22 horas clases en la Escuela Industrial, durante tres años. Tras estos cursos, pasabas a ser un operario fijo. En el contexto de la época, el decir “trabaja en la Siemens” daba prestigio profesional y social. Y estaba bien pagado.

¿Qué especialidad elegiste?
Me encaminaron a la sección de montajes y reparaciones de grandes máquinas eléctricas. En aquellos momentos, nuestra plantilla era de 3.000 empleados que con los años, los ERES, reducciones de jornadas y bajas incentivadas nos dejaron en tan solo 300 empleados. Ocurrió esto en la década de los años 70. Muchos rehicieron sus vidas con éxitos desiguales tras su salida de Siemens. Nosotros éramos inicialmente un equipo de un trío que se desplazaba y que podía ser reforzado por equipos de los contratantes.
¿Qué montajes recuerdas especialmente?
Hay dos de ellos que sí fueron muy especiales. Instalamos un gran turboalternador en la térmica de la Robla (León) que precisó un transporte especial. Y, fíjate, hasta requirió el derribo de dos casas (expropiadas sobre la marcha y compensadas) que interferían en las maniobras por carretera del traslado de la maquinaria. Una anciana no quiso vender su casa y hubo que trasladar la carga por encima de su casa, con una gran grúa. La instalación se concluyó con éxito a pesar de todas las dificultades en ruta. También para Ascó-1 hubo que organizar desde Cornellà un transporte TIR muy especial con dos cabezas tractoras. El último gran encargo de este tipo fue en 1979.
La agitación social en nuestra comarca y en Siemens se hizo notar, ¿tú militabas?
Siempre me mantuve fiel a Comisiones Obreras que tenía el predominio sindical en nuestra fábrica. Tras ellos, UGT y los otros. Hubo buenos convenios con asesores profesionales. También, con los años, me inscribí en el PSC y de manera simbólica he participado en puestos secundarios de las listas municipales. Es una manera de sociabilizarte y seguir fiel a un compromiso con tu clase y familia.

Siemens arrastraba el mito de haber sido un refugio de empleados alemanes con pasado nazi, ¿es cierto eso?
Es exagerado sin lugar a dudas. Pero sí hubo mandos alemanes, que por edad habían sido ex-combatientes en la II Guerra Mundial (tal vez los más duros), pero en general se integraron muy bien. En Siemens, en el periodo más alemán, se celebraban los aniversarios, y a los 25 años de antigüedad te daban una paga extra. Había desde secciones de caza (50 socios) a camping y buceo. También durante años hubo un economato de precio bonificado.
¿Cómo notaste el ‘boom demográfico’ y los 15 años de desarrollismo pujante (1960-75) en Sant Boi?
Triplicamos población a consecuencia del éxodo rural del sur y nuestras fábricas daban empleo a millares de obreros, cuyos sueldos se gastaban en buena parte en Sant Boi, en el comercio local. Más adelante diversas crisis provocaron el cierre de fábricas textiles, talleres, ladrilleras… afectando así el poder adquisitivo de muchos samboyanos. Hoy, con el cierre reciente de Ordesa (papillas) acaba un período industrial de nuestra ciudad. Quedan servicios y logística, claro, pero somos básicamente una ciudad dormitorio.
Un adolescente con empleo en su tiempo de ocio. Explica tu caso.
Con 17 años, viví el período más pop en el Ateneo Samboyano: bailes, novietas y hasta una cierta amistad con un miembro de Los Sirex. Hoy el Ateneo sigue en ruinas, por sus irregularidades de gestión. También ya desde los 14 años, mi iniciación a la caza, en compañía de mi padre, un gran cazador. Los festivos con el carrilet y nuestro perro, cazábamos en la zona de Sant Esteve Sesrovires, Sant Joan Samora, Masquefa. Éramos entonces muchos cazadores, con nuestras escopetas enfundadas al hombro. Por supuesto, comíamos lo que cazábamos: perdices, conejos...

En ese tiempo de silencio, desarrollaste otras aficiones. Cuéntanos…
Sí, a través de la Unió Excursionista de Catalunya (UEC) me aficioné a la escalada, básicamente por Montserrat. La escalada tiene riesgos y está de moda tomarse más riesgos extras. Hay quien escala con el cuerpo y manos casi desnudo. Hay récords con escaladores y marchistas desde Kylian Jornet hasta los veteranos Messner o Bonatti. Se cuenta con materiales y técnicas innovadoras. Aún así. no puedo olvidar a tres víctimas de la montaña, compañeros samboyanos los tres: Torrents, Grañó e Ibáñez, los dos últimos bajo los glaciares del Himalaya. Caza y escalada tienen riesgos calculados.
Hay que hablar de un tema que se ha puesto de moda: el servicio militar.
En 1969, hice el campamento en el CIR de Cerro Muriano, Córdoba. Allí me alisté en la COES-21, unidades anti-guerrilla y de operaciones especiales, creadas a imitación de las boinas verdes de EEUU en Vietnam. Hacíamos marchas por la sierra de Cádiz y en algunas ocasiones entramos en dehesas de toros bravos, por error. También, desde Tarifa, asistimos a una demostración de fuerza de la flota de guerra inglesa en Gibraltar. Siemens me abonaba las pagas extras y mi experiencia en la caza me dio la categoría de tirador de 1ª. Incluyo el recuerdo bélico de mi padre en nuestra guerra. Cada año voy al puesto de mando en sierra Pándols, donde estuvo y donde crecen siemprevivas. Las cojo y las llevo a su tumba en Sant Boi. Añado que tengo mis dudas de que se produzca el traslado del cuartel de Santa Eulàlia dada la nueva situación de rearme general.
Tu lugar ideal para unas vacaciones.
Me encanta Asturias y soy buen conocedor de las zonas montañosas catalanas y lamento el estado lamentable de nuestros bosques, una auténtica mrd. III
| “La mentalidad ‘Bambi’ venera el mascotismo y le repugna la caza” |
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Hablemos de tu gran pasión: la caza y la pesca. Por algo tienes el sobrenombre de “El Tigre”. Bromas aparte, siempre he respetado la legalidad y las reglamentaciones vigentes. Estoy federado en caza y pesca. Detesto el furtivismo y os daré algunas cifras sobre la caza. En 1985 había 1.400.000 licencias de caza, en 2023 ya solo había 610.000. Además, es un censo con muchos veteranos, sin relevo suficiente. Ha habido una mentalidad Bambi que repugna la caza y venera el mascotismo. En Sant Boi tenemos unos 10.000 perros mal censados, con todos los problemas que generan. Tampoco quedan armerías próximas. Y los controles sobre nosotros son muy estrictos. También en la ciudad pueden haber unas 4.000 licencias de armas. Debemos tener un costoso armario blindado para nuestras armas.
Los payeses ¿os son contrarios o no? Ha habido cambios a peor en la agricultura periurbana. Se teme a la escopeta, pero también a las plagas de animales que les perjudican sus cultivos. Existe la ZEPA y un acuerdo con una empresa que efectúa la caza selectiva. Pero la torcaz, el jabalí, el corzo y la cacatúa arruinan a muchos, porque nos faltan refuerzos para mantener un control eficaz. Deberían darse permisos por zonas y temporales. Sería beneficioso abolir los cotos y pagar una tasa estatal. En Begues nos acogen bien.
Reintroducir el lobo y el oso para control de animales dañinos ¿qué te parece? No soy partidario de ayudas artificiales para corregir los excesos de animales dañinos. Recordemos la nefasta introducción del conejo en Australia y los problemas actuales con los ganaderos de montaña por el oso y el lobo.
La ley de Bienestar animal (2023), ¿cómo se aplicará en lo referente a la caza? Está vigente, pero queda desarrollar una reglamentación de detalle. Es restrictiva y encarece la tenencia de perros, entre otras cosas. Generará una enorme burocracia, sobre la ya existente.
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