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A DEBAT

La educación en juego. Descubre qué modelo podría salvar a las generaciones futuras del fracaso
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La educación en juego. Descubre qué modelo podría salvar a las generaciones futuras del fracaso

domingo 07 de septiembre de 2025, 13:00h
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, la biotecnología transforma la medicina y la sostenibilidad es una emergencia global, la educación se enfrenta (justo cuando está a punto de comenzar el nuevo curso escolar 2025/26) a una pregunta clave: ¿Qué modelo formativo va a permitir a las nuevas generaciones estar realmente preparadas para los desafíos del siglo XXI y del futuro más cercano?

Durante décadas, el modelo educativo tradicional ha sido el pilar de la enseñanza en muchos países: currículos rígidos, memorización de contenidos, clases magistrales y una separación estricta entre disciplinas. Pero frente a un entorno cada vez más interconectado y tecnológico, este modelo empieza a mostrar signos de agotamiento. En sus antípodas, el modelo por competencias gana fuerza a base de priorizar el desarrollo de habilidades prácticas —como la resolución de problemas, el pensamiento crítico o el trabajo colaborativo— por encima del simple conocimiento teórico. Aquí, el profesor deja de ser el transmisor del saber para convertirse en guía, y la evaluación se basa en proyectos no solo en exámenes.

Pero este modelo no está exento de críticas. Algunos expertos advierten de una peligrosa superficialidad: los alumnos saben “un poco de todo”, pero sin la base teórica necesaria para enfrentarse a estudios superiores o contextos especializados. Este substrato está en el auge del enfoque STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas), que busca romper las barreras entre disciplinas y vincular el conocimiento científico con la creatividad, también en España. En el enfoque STEAM, los alumnos no estudian las materias de forma aislada, sino que aplican lo aprendido en la resolución de problemas reales. Un ejemplo concreto: un proyecto en el que diseñan soluciones para la sequía en su región combinando datos climáticos, impresión 3D y diseño gráfico. Ciencia aplicada, arte como vehículo de expresión y tecnología como herramienta de transformación.

Ambos modelos presentan desafíos. El tradicional tiende a desconectar al alumno del mundo real y a desmotivarlo. El modelo por competencias requiere de una base sólida de conocimientos para ser efectivo. La clave, según muchos expertos, no está en elegir entre uno u otro, sino en diseñar un modelo híbrido que combine lo mejor de ambos enfoques. Un sistema educativo que mantenga una formación científica rigurosa, pero que también fomente la creatividad, el trabajo en equipo y la resolución de problemas reales. Un modelo donde la tecnología sea una herramienta y no un fin, y donde las competencias digamos que blandas —como la comunicación o la adaptabilidad— tengan tanto peso curricular como las ecuaciones o los algoritmos.

Al final de la reflexión el interrogante inicial toma una nueva dimensión. La pregunta no es solo qué modelo es mejor, sino qué tipo de ciudadanos queremos formar en un mundo donde muchos de los empleos del futuro aún no existen. Frente a este laberinto formativo, ¿puede el modelo competencial garantizar el conocimiento necesario para un desarrollo científico avanzado? ¿El enfoque STEAM diluye las disciplinas específicas? ¿Es viable aplicar un modelo híbrido en todos los centros educativos, teniendo en cuenta las desigualdades en recursos, formación y acceso a tecnología? ¿Estamos preparando a los estudiantes para adaptarse a tecnologías que aún no existen, o seguimos formando para un mundo que ya ha cambiado? El debate está servido. III

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