Nicolau ha comenzado su intervención reflexionando sobre cómo cada rincón del mundo puede ser considerado el centro del universo. Esta perspectiva invita a reconocer que nuestras raíces y tradiciones son fundamentales para entender nuestro lugar en el mundo. La cocina, según ella, es el vínculo entre el ser humano y su entorno natural, un elemento esencial que nos conecta con la tierra que habitamos.
La chef ha subrayado que detrás de cada plato típico hay una historia única que refleja los valores y costumbres de una comunidad. En este sentido, ha mencionado que cada guiso catalán encierra no solo ingredientes, sino también un modo particular de relacionarse con el entorno, forjado a lo largo de generaciones.
El valor del Pota Blava
Nicolau ha hecho hincapié en el papel crucial que juegan los agricultores en la preservación de variedades autóctonas. A través de decisiones cotidianas, los campesinos han contribuido a la diversidad agrícola, asegurando que variedades como el Pota Blava sigan existiendo. Este pollo, exclusivo de Catalunya, es un ejemplo claro del esfuerzo colectivo por mantener vivas las tradiciones gastronómicas.
La chef ha argumentado que consumir productos locales no es simplemente una cuestión nutricional; se trata de elegir historias, culturas y significados. Cada alimento lleva consigo un relato que merece ser contado y compartido. Así, al optar por un pollo del Prat, no solo se apoya a los productores locales, sino que también se contribuye a crear un mundo más rico y diverso.
Una reflexión sobre la vida y la cultura
A lo largo de su discurso, Nicolau ha instado a imaginar un futuro en el que las prácticas agrícolas tradicionales sean valoradas y respetadas. Ha advertido sobre los peligros de una homogeneización alimentaria que amenazaría no solo la biodiversidad sino también las historias y tradiciones culturales asociadas a cada producto.
En sus palabras finales, resaltó la necesidad de celebrar lo local y lo auténtico: “La vida no es solo sobrevivir; es disfrutarla rodeados de aquellos elementos que hacen nuestra existencia significativa”. Con esta afirmación, Maria Nicolau cerró su intervención recordando que cada plato tiene una historia detrás y que debemos esforzarnos por mantener viva esa narrativa.