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El ‘populismo’ no es ninguna virtud

Por Mossèn Pere Rovira
martes 21 de abril de 2015, 23:04h
El pensamiento contemporáneo ha desarrollado muchas virtudes, entre ellas, la dignidad de la persona, la solidaridad, la búsqueda del “bien común”, etc.
Pero, al mismo tiempo, ha fomentado unas ciertas desviaciones de consecuencias plausibles en la sociedad actual: la sospecha de los valores tradicionales, el relativismo de la verdad… y la culpabilidad ajena.

Un argumento muy común, y ya recogido en el Evangelio, es “ver la paja ajena y no la viga propia.” Es muy fácil destacar los defectos ajenos, incluso juzgarlos y condenarlos sin misericordia. Abundan los comentarios: “y tú más …”, “porque tu hiciste …”, etc. Se percibe una ausencia de autocrítica, de reconocer los errores propios sin ningún tipo de complejos. Esta realidad, por todos observable, se está extendiendo en el argumentario ideológico, político e intelectual de amplios sectores la sociedad. Esta inmadurez humana se convierte en problema cuando se traslada a la búsqueda de un enemigo al que ha que combatir y extinguir.

Desde hace poco más de dos siglos se ha acentuado esta perspectiva: buscar un enemigo que nos motive para luchar y conseguir objetivos. Encontrar la figura de este “enemigo” se ha convertido en una justificación más allá de propias convicciones ideológicas. Concluyendo: derrotar a este enemigo se convierte en obsesión y, no en pocos casos, en odio excluyente. No reconocer nuestros defectos, fragilidades, equivocaciones y errores y perseguir al enemigo de mis ideas son dos filtros impermeables para un diálogo constructivo. Aprendamos a construir desde la discrepancia, desde visiones no discriminatorias, desde la propia autocrítica, desde una comprensión positiva de la realidad histórica, en fin, sumemos en beneficio de todos y no en el nuestro propio. Una sociedad crece en la medida que sabe intercambiar las riquezas de las diferentes opciones.

Se acerca un año de elecciones, donde cada partido intenta convencer con sus campañas mediáticas sus postulados ideológicos. ¿Sería posible debatir las ideas sin ánimo de confrontación, descalificación o exclusión? ¿Sería posible encontrar un diálogo conciliador, positivista y de servir al “Bien Común”? Ya sé que soy un poco ingenuo, pero mi deseo, ojalá se convierta algún día en realidad.Por favor, no busquen tanto el rédito “populista”, “facilón” ,“egoísta” y de “luchas estériles” y sí el que edifique una sociedad donde el poder se entienda como un servicio en beneficio común. ¿Lo conseguiremos algún día? III
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