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Testigos de un gran acontecimiento

Por Mossèn Pere Rovira
martes 03 de mayo de 2016, 08:19h
Después de celebrar la Semana Santa como católico, con sus celebraciones y procesiones, me pregunto, ¿toda esta demostrtación tan generosa de amor, tiene sus frutos y sus consecuencias en lo cuotidiano? ¿Los cristianos expresamos con nuestra vida lo que ha significado y significa para la humanidad la Vida.

Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo? ¿Hemos reducido estas fiestas a una mera expresión cultural y tradicional, puntualmente expresada en el calendario? ¿Somos, los cristianos, testigos valientes y coherentes del gran acontecimiento, significado en la Pascua?

Ante estas preguntas deberíamos ser muy autocríticos los que nos denominamos católicos. ¿Nuestra forma de vida atrae a otros a la fe, en concreto a los no creyentes? ¿qué signos ofrecemos a este mundo para que la fe en Jesucrsito sea atractiva? Cada uno debería posicionarse y dar respuesta: ¿SOY TESTIGO Y TESTIMONIO DE LA RESURRECCIÓN? Hace pocos días, justo antes de la Semana Santa, cuatro religiosas de la congregación de Teresa de Calcuta y todo el personal que trabajaba en una residencia de ancianos pobres y sin recursos al Yemén fueron asesinados por fanáticos “yihadistas” . Su delito: amar a estos ancianos como Jesucristo les había amado a ellas, sin preguntarles por su procedencia o sus creencias. Tal barbarie se ha ido repitiendo, desgraciadamente, con demasiada frecuencia en estos últimnos años.

Estas hermanas y hermanos son auténticos testigos de una vida nueva e inmortal, de una vida sin miedo e impreganada por un amor gratuito. Éllos testifican con su sangre que el sacrificio de Jesucristo en la Cruz no ha sido inútil y ha permitido que muchas personas vivan anticipadamente la libertad suprema que representa “amar” de esa manera tan escandalizante para este mundo tan mediocre que estamos construyendo. Nadie les obligó a quedarse en esa residencia de ancianos, su única razón era acompañarles para que no murieran como animales, solos y abandonados.

Es doloroso percibir la indiferencia y el silencio de los medios de comunicacción y de los políticos en temas tan sangrantes como el expuesto anteriormente. Una sociedad inmune al sufrimiento del inocente es una sociedad enferma; no me refiero a las flores y las velas y los letreros, ... sino a la incapacidad de compadecernos de estas personas o colectivos que gritan en nuetra conciencia. Los miles de mártires cristianos, los refugiados que llegan a Europa, los colectivos marginados económicmente, etc., deberían ayudarnos a crecer y construir una convivencia sin prejuicios, sin etiquetas, sin “fobias”, sin “resentimientos”, sin cálculo...

La Resurrección de Jesucristo podría se un buen punto de partida. ¡¡¡No tengamos ningún complejo, ni miedo por anunciarlo al mundo, apoyémosnos en la fuerza de su victoria!!! III

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