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Sant Feliu ensaya el pago de los servicios municipales según los ingresos de los ciudadanos
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Sant Feliu ensaya el pago de los servicios municipales según los ingresos de los ciudadanos

viernes 01 de septiembre de 2017, 02:56h
Tras el servicio de guarderías, los servicios de atención domiciliaria y la Escuela de Música, Sant Feliu lleva la tarifación social a los equipamientos deportivos | La Piscina de l'Escorxador y el Estadio Municipal de Atletismo han sido los últimos servicios en incorporar la política de precios progresivos según ingresos

La apuesta por la llamada tarifación social ha sido, tradicionalmente, un melón al que pocos se han atrevido a meter tajada. Se basa en el espíritu de los impuestos progresivos, con el que paga más porcentualmente, por ejemplo, quien más ingresos genere (base imponible).

Hasta ahora, esta opción se ha mantenido reservada para el Impuesto sobre las Rentas de Personas Físicas (IRPF) y poco más; mientras que todos los impuestos indirectos son proporcionales (lo opuesto a progresivo, como el IVA o el de carburantes: se aplica la misma tasa impositiva independientemente de la base imponible) y mientras que los servicios públicos acostumbran a tener los mismos precios para todo el mundo. Sin embargo, los años de crisis y de dificultades han hecho cambiar el foco. En este sentido, Sant Feliu de Llobregat es la ciudad pionera en apostar de manera decidida por este modelo de tarifación social que, además, por sus peculiaridades, está siendo copiado por otros municipios. “Esta era la propuesta principal en las elecciones municipales de 2011; y lo era tanto que yo me auto-examinaba para 2015: si lo conseguía, continuaba para extender el modelo. Si no, me iría a casa para que lo hiciera otro”, reconoce Jordi San José, alcalde de Sant Feliu de Llobregat.

Tarifas progresivas
Ahora, cinco años después de los primeros cambios, la capital de la comarca casi ha logrado aplicar el modelo de tarifación social a todos sus servicios públicos. Lo hizo primero, de una manera muy somera, con el servicio de atención domiciliaria (2012); luego con las guarderías municipales (2013/2014); con la Escuela de Música (2014/2015) y este verano con los equipamientos deportivos. En concreto, en la piscina del Escorxador y el Estadio Municipal de Atletismo.

La tarifación social de Sant Feliu consiste en adaptar el precio del servicio público al nivel de ingresos del usuario, además del número de miembros del núcleo familiar. De ahí, se acaba definiendo el precio final del servicio en función con una escala progresiva. De esta manera, en el caso de las guarderías municipales, pasaron de costar 160 euros/mes para todas las familias a una franja –de siete niveles- que empieza en los 15 euros mínimos al mes hasta los 195 euros máximos para las rentas más altas. “Una persona mileurista y, pongamos, que tiene una hipoteca de 400 euros, es imposible que pague un servicio educativo importante como es la guardería por 160 euros. Estas personas iban a Servicios Sociales a pedir una ayuda, pero como tenían trabajo, aunque fueran mileuristas, no se les concedía puesto que están reservadas para familias con riesgo de exclusión social”, señala San José.

La apuesta por la tarifación social parte con el objetivo de facilitar el servicio a una franja social que, por una cosa o por otra, no podría acceder a los servicios públicos, tal y como demostró, según fuentes municipales, un estudio previo de la Universitat Autònoma de Barcelona, que concluyó: “Constatamos la infrarrepresentación de la clase trabajadora en los servicios públicos municipales”. Un extremo que, según el alcalde, “teníamos que corregir”.

El proceso no es tan sencillo como parece y es ahí donde radica el éxito del modelo de Sant Feliu, una opción que elimina, prácticamente, toda la burocracia y gestión que el usuario tiene que hacer, a partir de un acuerdo entre el Ayuntamiento y la Agencia Tributaria que les permite acceder –bajo permiso del usuario- a las dos informaciones clave: ingresos y miembros por núcleo familiar. A partir de esta información que gestiona el consistorio, se aplica el baremo de la tarifa para el usuario (si no permite el acceso a sus datos, se le aplica la tarifa más alta). De esta manera, se evita a las familias tener que ir a pedir ayudas por falta de ingresos.

Primeras críticas
El corte más alto es más caro que el precio fijo que había antes, una circunstancia que este verano ha suscitado críticas por parte de algunos usuarios de los equipamientos deportivos. “Hay un tema que nos preocupa y es que digan que la clase media paga los servicios a la clase pobre”, dice San José aludiendo a las críticas con el ejemplo de las guarderías: “Cada niño o niña tiene un coste de unos 360 euros. La Generalitat paga 80 euros y el resto nos lo distribuimos entre la familia y el Ayuntamiento. Las familias que pagan 195 euros, que tienen sueldos importantes, reciben una ayuda de 85 euros.

Ahora, ¿es justo que subvencionemos a todas las familias de la misma manera? Nuestra respuesta es no. Porque para quien cobra 3.000 euros, una ayuda de 120 euros (en el caso que pagaran 160 euros como antes) es innecesaria. La equidad exige ajustar los servicios a los ingresos de las familias”, concluye el alcalde.

Frente al encarecimiento de la tarifa más alta, la otra duda es saber si hay familias que prefieran una opción de titularidad privada. En este sentido, el alcalde de la ciudad matiza que ninguna tarifa está por encima del coste de una privada y que, por tanto, la tarifación social no invita a dejar de usar los equipamientos públicos: “Cuando hicimos la tarifación social en las guarderías, nadie se fue. Queremos cubrir a todos sin perder a nadie; no queremos ni equipamientos solo para la clase media-alta, ni solo para los pobres […] Al contrario, mientras en otros municipios baja la natalidad y tienen que cerrar guarderías; aquí baja la natalidad y hemos tenido que ampliar la oferta”. III

El reto de los Casals

Tras años recorridos, a Sant Feliu solo le quedará, como reto para el próximo año, los Casals de verano y, a medio plazo, el Complejo Municipal de Piscinas, que cuenta con una concesión que no pueden cambiar.

“El verano es un periodo de clara desigualdad de oportunidades entre la ciudadanía. Y nos preocupa mucho. Porque los precios de los Casales son muy altos; con lo que te encuentras a muchos niños que, durante dos meses, están en la calle mientras que otros tienen nuevas oportunidades. Es lo único que nos falta, la diferencia es que no lo gestionamos nosotros directamente, sino que es a través de terceros con quien tenemos convenio.

Este año, de cara al año que viene, miraremos como unificarlos –intercambio de datos, posibles compensaciones en caso de déficits, etc- para completar la tarifación social”. III

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