En el caso de nuestra comarca, y aunque los datos del mes de marzo registran un ligero descenso del paro respecto al mes anterior, las poco más de 21.000 empresas (en el 2019 se contabilizaban 22.382) todavía sufren las consecuencias de la pandemia. Comercio, industria y construcción son los sectores que concentran el mayor número de trabajadores y trabajadoras afiliadas a la Seguridad Social, un total de 342.705 en la actualidad.
En este contexto, debemos celebrar medidas favorables al empleo como la reforma laboral aprobada el pasado mes de enero, que ha potenciado la contratación fija hasta llevarla a cotas desconocidas. Al mismo tiempo, es de esperar que los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) diseñados por el Gobierno de España transformen el tejido productivo del país para las próximas décadas.
Mientras tanto, por su relevante aportación al valor agregado bruto de Catalunya, es necesaria una apuesta firme por la industria del Baix Llobregat que contribuya a definir un modelo económico competitivo, que se oriente a la mejora de la calidad de la ocupación y que, al mismo tiempo, atienda a los imperativos de la sosteniblidad.
Para ello son necesarias complicidades entre las diferentes administraciones así como consensos con los agentes sociales y económicos (la colaboración público-privada es básica en estos momentos). Estos consensos deben estar dirigidos principalmente a fomentar las actividades industriales que tienen mayor valor añadido y mayor componente tecnológico, así como a potenciar una formación profesional orientada a las necesidades industriales del territorio.
Nuestra comarca ofrece activos estratégicos que debemos poner en valor para atraer nuevas actividades industriales y constituirse como un territorio referente en la transición a nuevos modelos productivos.
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