La decisión de extender la prohibición de fumar en las playas del litoral del Baix Llobregat avanza con paso firme. Siete municipios del área metropolitana, entre ellos Premià de Mar, Vilassar de Mar o Vilanova i la Geltrú, han anunciado que vetarán el tabaco en sus playas a partir de este 2025. Una medida que se aplicará, de momento, sin sanciones, con un enfoque pedagógico y gradual. La Diputación de Barcelona impulsa así un cambio hacia espacios más saludables y sostenibles, pero también reabre un debate de fondo sobre los límites entre salud pública y libertad individual
Entre los argumentos a favor del veto al tabaco en la arena destacan, sin duda, los beneficios ambientales y sanitarios. Las colillas son uno de los residuos más frecuentes en las playas y un contaminante altamente tóxico para los ecosistemas marinos. Además, eliminar el humo en espacios abiertos donde conviven familias, niños y personas mayores se alinea con una visión de salud pública preventiva, coherente con campañas contra el tabaquismo. La medida, en este sentido, se presenta como un paso más hacia entornos compartidos más respetuosos.
Sin embargo, no todo es tan claro. La falta de homogeneidad actual entre municipios puede generar confusión entre los usuarios. En cuestión de minutos, uno puede pasar de una playa libre de humo a otra donde fumar está permitido, sin una señalización clara o normativa visible. Además, la iniciativa plantea interrogantes sobre su aplicación efectiva: cómo se vigilará que se cumpla o si la prohibición será realista si no hay sanciones. Suena a simbolismo.
También está sobre la mesa la cuestión de la libertad personal. En espacios abiertos como las playas, algunos ciudadanos defienden su derecho a fumar sin molestar a otros, argumentando que la regulación debería centrarse más en la educación y la convivencia que en prohibir. Existe la opción de delimitar zonas específicas para fumadores (como había en los bares antes de su prohibición total) algo que ya se ha hecho en algunos países pero no deja de ser una estigmatización para los fumadores.
Otro aspecto relevante es la disparidad entre tabaco tradicional y dispositivos como vapeadores. Tras una sentencia judicial, estos últimos vuelven a estar permitidos en las playas de Barcelona, lo que puede dar lugar a situaciones confusas y contradictorias. La intención de la Diputación de ofrecer materiales de sensibilización y promover campañas educativas en colaboración con entidades como la Asociación Española contra el Cáncer es loable. Pero queda por ver si esta estrategia conseguirá que la ciudadanía se apropie de la norma y la interiorice como propia, o si por el contrario se percibirá como una imposición más desde las instituciones.
Más allá de lo normativo, esta cuestión también interpela a nuestra cultura cívica. La playa no es solo un espacio de ocio, sino un entorno compartido donde convergen sensibilidades, hábitos y generaciones distintas. Fomentar una convivencia más saludable implica también apelar a la corresponsabilidad ciudadana. Si bien la administración tiene un papel clave, la efectividad de cualquier regulación depende, en última instancia, del grado de implicación de la sociedad. Convertir las playas en espacios libres de humo no solo cuestión de normas, también de valores colectivos.
Además, no podemos ignorar el componente educativo de esta medida. Que un niño o una niña juegue en la arena sin ver colillas a su alrededor o sin respirar humo pasivo es, en sí mismo, un nítido mensaje. La pedagogía ambiental y sanitaria no solo se transmite con folletos o campañas, sino con ejemplos visibles y cotidianos. Que las playas se conviertan en escenarios de transformación cultural puede tener un impacto que trascienda la temporada de verano y se proyecte hacia hábitos más saludables durante todo el año bajen las muertes por tabaquismo. Con todas las cartas sobre la mesa. ¿Debe primar la salud pública por encima de la libertad individual en espacios abiertos como las playas? ¿Es eficaz una prohibición sin sanciones reales? ¿Deberían coexistir zonas de fumadores y zonas libres de humo? ¿Qué impacto real tiene la prohibición sobre el medio ambiente y la limpieza de las playas? ¿Cómo gestionar la contradicción entre permitir vapeadores y prohibir cigarrillos? El debate está servido. III