Consciente del creciente malestar emocional entre adolescentes, el Hospital Sant Joan de Déu lidera iniciativas que combinan la educación afectiva en la familia y la disciplina positiva en las aulas. Según el último Informe Faros elaborado por la Escuela de Salud del centro hospitalario de Esplugues, estas estrategias basadas en evidencia científica ayudan a que los jóvenes desarrollen confianza, empatía y resiliencia, sentando las bases de adultos más sanos y preparados para afrontar los retos de la vida. El informe incide en que la atención a las emociones desde el hogar y la escuela es clave para desarrollar la resiliencia, la empatía y la salud mental de los adolescentes.
Educar desde el afecto, establecer límites claros y fomentar la empatía son factores determinantes en la salud emocional de los jóvenes. Así lo afirma el nuevo Informe Faros de la Escuela de Salud del Hospital Sant Joan de Déu (HSJD), presentado este jueves en Esplugues de Llobregat, y que advierte sobre el creciente malestar emocional entre adolescentes y propone estrategias tanto para las familias como para las escuelas. Para los autores del informe, el mensaje que puede extraerse de su estudio es claro: cuidar el bienestar emocional en la infancia y adolescencia no solo mejora la convivencia en el presente, sino que construye adultos más sanos, resilientes y capaces de afrontar las adversidades de la vida
Según el Barómetro Juventud, Salud y Bienestar de Cataluña, seis de cada diez adolescentes manifiestan síntomas de malestar emocional, a pesar de pertenecer a la generación con más recursos educativos y sanitarios de la historia. Para revertir esta tendencia, el HSJD apuesta por una “parentalidad democrática” —basada en la comunicación, el afecto y la supervisión equilibrada— y por un modelo educativo de disciplina positiva que ayude a los menores a gestionar sus emociones y desarrollar resiliencia. “Existen muchas propuestas sobre bienestar emocional, pero no todas cuentan con evidencia científica. Nuestro objetivo es mostrar qué estrategias funcionan realmente”, ha explicado Ester Camprodon, directora del programa Henka y adjunta a la Dirección Médica del hospital, sito en Esplugues.
Los estilos educativos influyen en el desarrollo de los niños
El informe, titulado “Navegando las adversidades: claves para una infancia y adolescencia resiliente”, señala que los estilos educativos influyen directamente en el desarrollo cerebral y emocional de los niños. Un entorno autoritario o sobreprotector puede generar estrés, baja autoestima o escasa tolerancia a la frustración, mientras que un clima familiar cálido y participativo fortalece la autoestima y la capacidad de adaptación.
En el ámbito escolar, el modelo de disciplina positiva propone reemplazar los castigos por el diálogo, el reconocimiento del esfuerzo y la cooperación. Las llamadas reuniones de clase, donde los alumnos y docentes dialogan y resuelven conflictos en grupo, son uno de los ejemplos más exitosos. “Son auténticas escuelas de ciudadanía”, destaca el informe.
Entornos más saludables y comunidades más cohesionadas
El documento también insta a revisar las políticas de salud y educación para crear entornos más saludables y comunidades más cohesionadas. Propone reforzar la figura de la enfermera escolar, impulsar programas comunitarios de salud emocional y rediseñar los espacios urbanos con más zonas verdes y menos estrés ambiental.
El programa Henka, impulsado por el HSJD y la Z Zurich Foundation, ya ha beneficiado a más de 20.000 estudiantes y 1.200 docentes en 140 centros de Cataluña, Madrid y Valencia. Los resultados preliminares son prometedores: las chicas muestran una mejora en reparación emocional y los chicos en empatía, mientras que el profesorado reporta menor estrés y mayor bienestar.