No es un cuento reaccionario, tampoco una absoluta certeza, pero siempre han existido aristócratas que han traicionado a su clase, o mejor dicho que han escogido un camino rápido para su éxito profesional y económico, sin importarles las viejas costumbres o los tics de clase alta.
Hablemos de Tolstoi, Bakunin, Kropokkin o Russell, teóricos de un nuevo orden social o, en otro orden, de un Hidalgo de Cisneros o incluso de la Duquesa de Medina-Sidonia, la duquesa “roja” o del disparatado Alejandro Cao de Benós de Les, marqués de Rosalmonte y conde de Argelejo, con grandeza de España; arruinado, vigilante de Repsol y comunista representante de Corea del Norte en España. Incluimos sí a J.M. Barreda noble y presidente PSOE de Castilla-la Mancha. Nos caben el rey camboyano Norodon Sihanuk, comunista, o el príncipe rojo laosiano Souvanna Pohuma. Acaba aquí el listado.
Nos referimos ahora a Ana Pardo de Vera, de 51 años, filóloga (UNED) y periodista, con un hijo. Y a su hermana Isabel Pardo de Vera, de 50 años, ingeniera de caminos, canales y puertos, con dos hijos. Ambas de un noble linaje lucense, emparentado con Sancho III de Navarra y la condesa de Pardo Bazán. Ellas, por ahora, no han rescatado títulos, que su tío Gerardo, secretario de Hidalgos de España, podría facilitar.
Con anclaje en Madrid y estancias breves en la Casa Ribas, del lucense San Pedro de Cadoalla, son dos retoños pertenecientes a la llamada “burguesía del Estado”, a quienes sus padres con altos cargos en empresas públicas o privadas, alentaron y espabilaron con su ejemplo a destacar en el competitivo ambiente madrileño.
Buenos estudios, buen inglés, libranza de tareas domésticas y laborales, experiencias viajeras y un posterior aprovechamiento de contactos sociales, sean de izquierdas o derechas en el sentido más “oportunista” de la elección última. Ambas mantienen una calculada discreción de sus devaneos personales, que a veces rompen con confesiones por redes. Ana la mayor, cofunda y se vincula al grupo periodístico izquierdista “El Público” con diferentes cargos. También Rodríguez Zapatero la promociona como asesora de comunicación en cinco ministerios durante su gobierno. Ana, a los 44 años, decide ser madre y tras dos abortos, que explica con desenvoltura, consigue ser madre de un niño. Sobre este hecho, también enviará por redes algunas reflexiones con su pareja opacada.
Su hermana Isabel, la ingeniera “caminera”, sí está casada y con dos hijos. Recuperada de un cáncer, lo explicará siendo ya alto cargo en alguna conferencia. Poco más. Hasta que un día, la más sobria y técnica, se verá envuelta en la trama ADIF-Renfe del Ministerio de Transportes de Ábalos y su ayudante Koldo, que la forzarán a colocar a sus concubinas, en empresas públicas. Hay grabaciones que así lo prueban. Un tanto incompetente, vivirá la crisis de los trenes que no pasaban por los túneles en Santander y Asturias. Esto arrastrará a Isaías Taboas, ex.secretario de Montilla, “historiador”, presidente de Renfe y envuelto en el escándalo AZKAR de Sant Boi. No bastará su cese. E Isabel, segunda de Raquel Sánchez, (ex-alcaldesa de Gavá), deberá dimitir por las supuestas manipulaciones en las adjudicaciones de obras.
Ahora ya ante tribunales, se recuerda que fue la diseñadora de la mortal curva de Angrois, donde en un tren Alvia murieron 44 personas y hubo 80 heridos. Cada vez se descubren nuevos detalles inquietantes sobre las modificaciones a la baja de esta obra ferroviaria. Isabel ya tiene 5 acusaciones, ya que su marido promotor inmobiliario, fue beneficiado en la compra de unos terrenos de ADIF en Galicia a precio bajo. Ana Pardo la tertuliana, que aprieta los dientes y suelta dicterios contra los “Peperos”, el partido de su padre alcalde, permanece callada sobre el asunto que concierne a su hermana. Busca un perfil bajo, “Mejor, no meneallo”, porque Pedro Sánchez las necesita y ellas a Pedro Sánchez. Un tipo de ley del silencio, con presiones a la judicatura muy pronto, para abreviar procesos.
Las dos hijas de una familia de prosapia, ahora envueltas en un grave escándalo de corrupción de la izquierda virtuosa, que sin embargo siempre las ha considerado muy “suyas” de plena confianza. Ana cuando se pone radical asusta a sus contertulios, lo malo es que comete errores con frecuencia, pero ella goza de esa santa desvergüenza, la propia de haber tenido una infancia feliz, y supera todos los obstáculos. No me extrañaría que hubiera tenido en su día un temprano entrenamiento opusdeístico, propio de su ambiente y clase. He visto la foto de Santos Cerdán en Soto del Real, adaptado, confraternizando con los reclusos. Sin embargo, no concibo aún siendo culpable, el que Isabel Pardo de Vera Posada sea ingresada en una cárcel por muy especial que fuera.
Seguro que su hermana Ana Pardo de Vera Losada, moverá todo su circo mediático, para impedirlo. Mientras, el maquinista del Alvia de Angrois y el jefe de Seguridad han sido condenados a dos años y medio de cárcel. Aún hay clases. Es lo que dirán sus padres y entorno social a buen seguro. Lo que ocurre es que en eso serán coincidentes con los plebeyos socialistas. III