La tradicional ofrenda floral en Sant Boi ante la tumba de Rafael Casanova que se repite como un rito cada Diada del Onze de Setembre ha vueto a reunir a representantes institucionales y vecinos en un acto cargado de simbolismo en la iglesia de Sant Baldiri. La alcaldesa de Sant Boi, Lluïsa Moret ha apelado al “espíritu integrador” de la histórica Diada de 1976, pero su mensaje también ha sonado como una advertencia frente al riesgo de que la cita se convierta en un simple ritual sin conexión con los retos actuales de la sociedad catalana.
Sant Boi ha vueto a convertise este jueves en escenario de recogimiento institucional, memoria histórica y compromiso público en la tradicional ofrenda floral de la Diada ante la tumba de Rafael Casanova, en la iglesia de Sant Baldiri. La ceremonia, que se enmarca dentro de los rituales que se repiten invariablemente todas las Diadas del Onze de Setembre, se ha mantenido fiel a su espíritu que arrancó aquel lejano 11 de septiembre de 1976, cuando miles de personas se reunieron en este municipio reclamando justicia, libertades y democracia, después de años de dictadura.

La ofrenda ha estado encabezada por la alcladesa de Sant Boi y Presidenta de la Diputación de Barcelona, Lluïsa Moret , quien ha estado acompañada por el presidente del Parlamento, Josep Rull; el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu; la consellera de Economía y Hacienda de la Generalitat, Alicia Romero; así como otras autoridades comarcales y r locales. El acto ha contado con la presencia de representantes de Bombers de la Generalitat, organizaciones municipales, entidades de la sociedad civil y numeroso público que, un año más, ha respondido al llamamiento para llenar el recinto de emotividad.Todos ellos han depositado coronas de flores sobre la lápida de Casanova, un gesto simbólico que marca la continuidad institucional del homenaje al que fue Conseller en Cap de Barcelona austricista en 1714 durante la Guerra de Sucesión española
Memoria y mirada al futuro
Durante su parlamento, la alcaldesa Moret ha evocado el “espíritu plural e integrador” de la Diada de 1976, al que asignó una gran relevancia para trabajar “conjuntamente en favor de una sociedad próspera y justa”. En su discurso ha recordado que Sant Boi ha sido —y sigue siendo— un lugar simbólico esencial en la conmemoración navional catalana, precisamente por lo vivido hace casi cinco décadas: el anhelo colectivo de libertades y derechos que fue base para la transición democrática. Moret ha señalado también que en esta etapa política, marcada por cambios institucionales, el compromiso debe estar reforzado en valores como la justicia social y la inclusión.

Como suele ser costumbre, tras la ofrenda se interpretó el himno nacional y hubo actos de cultura popular: bailes tradicionales y actuaciones corales que reforzaron el tono de convivencia. Se izó también la bandera representativa, entregada por entidades locales, en un gesto simbólico de unidad y reconocimiento del tejido social.
Entre la memoria y el reto del presente
La imagen de las coronas depositadas ante la tumba de Casanova en Sant Boi no solo conecta con el pasado, sino que obliga a una lectura del presente. La ceremonia de Sant Boi ha logrado mantenerse como uno de los actos institucionales más transversales del calendario político, pero no está exenta de tensiones: la pluralidad que reivindica Moret contrasta con un clima político donde la polarización sigue marcando el debate público.
En este sentido, el llamamiento de la alaldesa al consenso y la cohesión social ha sonado tanto a deseo como a advertencia: sin un verdadero esfuerzo de cooperación entre administraciones y fuerzas políticas, la conmemoración corre el riesgo de quedarse en un ritual simbólico, cada vez más alejado de las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía. De la nutrida presencia de representantes de distintos niveles de gobierno y partidos políticos en Sant Baldiri puede hacerse una lectura positiva, pero también como una prueba de que las instituciones deben ir más allá de la foto y comprometerse con políticas concretas que garanticen equidad, participación y oportunidades reales. No solo basta con las flores.