El litoral del Delta del Llobregat, uno de los ecosistemas más emblemáticos de la costa catalana, afronta un verano más con la amenaza de la regresión de sus playas. El próximo lunes 9 de junio, el Port de Barcelona iniciará una nueva aportación de 80.000 metros cúbicos de arena en la playa de El Prat, en el tramo comprendido entre el Centro Municipal de Vela y el acceso 18, donde se encuentra el módulo de salvamento.
Esta medida, que se repite anualmente como compensación por la ampliación portuaria, busca mitigar la pérdida de arena en uno de los tramos más afectados del litoral del Delta del Llobregat. Sin embargo, expertos y autoridades locales advierten que estas acciones puntuales no son suficientes para frenar la regresión costera que amenaza la sostenibilidad de las playas del Baix Llobregat.
Según datos del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), el Delta del Llobregat pierde anualmente unos 160.000 metros cúbicos de arena debido a la acción de los temporales y a la alteración de las dinámicas sedimentarias naturales, provocada por infraestructuras como el dique del río Llobregat y la ampliación del Puerto de Barcelona. Esta situación ha llevado a una reducción del 25% de la superficie de las playas metropolitanas en los últimos nueve años.
La regresión en El Prat
En El Prat, la situación es especialmente preocupante. La playa de Can Camins ha perdido un 42,3% de su superficie, y en total, las cuatro playas del municipio han visto desaparecer 59.610,78 metros cuadrados de arena. La zona central del municipio experimenta un retroceso de 1,2 metros al año, y las aportaciones actuales no logran compensar esta pérdida.
Los estudios del AMB han advertido de la necesidad de actuar con un plan estructural de resiliencia, las playas metropolitanas podrían retroceder más de 20 metros en los próximos 30 años. Las aportaciones de arena actuales, aunque necesarias, resultan insuficientes y costosas, y no abordan las causas subyacentes de la regresión.

Un futuro incierto
Mientras tanto, las playas del Baix Llobregat siguen siendo un destino popular, a pesar de la pérdida de arena. Sin embargo, sin acciones estructurales, la viabilidad de estos espacios naturales y recreativos está en riesgo. La situación del Delta del Llobregat es un claro ejemplo de cómo las infraestructuras humanas y el cambio climático pueden afectar gravemente a los ecosistemas costeros. La necesidad de soluciones a largo plazo es urgente para preservar estas playas para las generaciones futuras.