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'Nos sentimos abandonados'. 3.000 vecinos y comerciantes de L’Hospitalet estallan contra la inseguridad
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"Nos sentimos abandonados". 3.000 vecinos y comerciantes de L’Hospitalet estallan contra la inseguridad

jueves 02 de octubre de 2025, 10:11h
La preocupación por la inseguridad en L’Hospitalet ha dejado de ser un crudo dato estadístico para convertirse en un clamor colectivo. Este miércoles, unas 3.000 personas han tomado las calles de la segunda ciudad de Cataluña desde la plaza de la Bòbila (en el límite con Esplugues de Llobregat) hasta el Ayuntamiento de la ciudad en una manifestación pacífica que ha unido a vecinos y comerciantes de varios barrios —incluido el de Can Vidalet, de la vecina Esplugues— para denunciar robos, narcolocales y una sensación de abandono que, aseguran, ya resulta insoportable.



La plaza de la Bòbila en la que convergen los barrios de Can Vidalet (Esplugues) y Pubilla Cases (L'Hospitalet) se ha convertido este miércoles por la tarde en el punto de partida de una protesta ciudadana de las que hace tiempo que no se veían en las calles de la segunda ciudad de Cataluña. Las marcha, que denunciaba la creciente inseguridad ciudadana y el temor de los vecinos por los numerosos robos que se producen, reunió a unas 3.000 personas "cansadas de vivir con miedo", como muchos de ellos aseguraron. Durante dos horas, las voces de los manifestantes recorrieron el camino hasta la plaza del Ayuntamiento de L’Hospitalet, reclamando algo tan básico como poder pasear, abrir una tienda o volver a casa sin la sensación constante de amenaza.

El malestar vecinal no viene de nuevo. Según el último Barómetro municipal la inseguridad es la principal preocupación para el 38,3% de los hospitalenses (es decir más de uno de cada tres habitantes lo consideraq el promebla más acuciante), la cifra más elevada desde 2012. Pero más allá de los porcentajes, la manifestación fue una traslación emocional y colectiva de la frialdad de los datos. Carteles improvisados, pancartas con mensajes contra los narcolocales ("Esto es una pocilga", rezaba en uno) y consignas lanzadas contra la delincuencia pusieron el altavoz a un malestar que, como decían muchos vecinos, “no entiende de fronteras municipales” y más entre dos barrios como Can Vidalet y Pubilla Cases entre los que no hay fronteras físicas..

Comerciantes en pie de guerra

Entre los asistentes a la marcha ha ocupado un lugar preminente la presencia del comercio local, golpeado de lleno por robos, destrozos y un mercadillo ilegal que, según relatan, se alimenta de objetos sustraídos a diario. “Nos sentimos abandonados”, ha asegurado con rabia contenida Marisa Pozo, presidenta de la asociación de comerciantes de Pubilla Cases y Can Serra. “No hablamos de un incidente aislado. Son hurtos constantes, persianas forzadas, gente que entra en la tienda y sale con lo que quiere. Y mientras tanto, nadie nos da soluciones”, ha relatado.

La protesta y el hjartazgo vecinal que hay detrás de la marcha ha nacido en Pubilla Cases pero se ha extendido como un reguero de pólvora a otros barrios de la ciudad con problemáticas idénticas, como La Florida, Bellvitge o La Torrasa. Abraham Lobo, uno de los impulsores de la protesta, ha resumido la situación actual en la ciudad con una mezcla de cansancio y determinación: “Necesitamos más policía, pero también más limpieza, más control. No se trata solo de seguridad, sino de dignidad en nuestras calles”, ha insistido.

La multirreincidencia, un muro difícil de derribar

Más allá de las responsabilidades municipales, los portavoces de la protesta han hecho hincapié en un problema de mayor alcance que la inseguridad: la multirreincidencia. “Nos encontramos siempre con las mismas personas robando. Las detienen, pero vuelven a hacerlo al día siguiente. Es desesperante”, se ha quedajo con amargura Pozo, quien ha pedido a las diferentes instituciones que presionen para que se reforme el marco legal.

La manifestación ha culminado frente al Ayuntamiento de l’Hospitalet, donde se han escuchado consignas que han combinado el apoyo a la Guardia Urbana —que atraviesa un conflicto laboral enquistado— y las peticiones de dimisión del alcalde, David Quirós. El primer edil de la ciudad ha salido a la calle para presenciar la lectura del manifiesto vecinal, pero ha declinado hacer declaraciones. El gesto de Quirós ha sido recibido con una mezcla de abucheos y expectación frustrada.

Jornada sin incidentes

La jornada ha terminado sin incidentes y la manifestación se ha disuelto sin problemas una vez dada lectura al manifiesto, pero sí que ha dejado, un poso de desconfianza que late en buena parte del vecindario de ambas ciudades. Se puede decir que una manifestación que ha arrancado en la plaza de la Bòvila dando voz a dos barrios limítrofes se ha acabado transformando en en una demostración generalizada de hartazgo en toda la ciudad, con miles de voces reclamando. Los vecinos esgrimen que, en una de las ciudades más densamente pobladas de Europa, tienen el derecho elemental a no vivir con miedo.

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