Dos fiestas mayores celebradas este fin de semana en ciudades importantes del Baix Llobregat han acabado como el rosario de la aurora: con agresiones, disturbios y detenciones. Con solo un día de diferencia los festejos de El Prat y Molins se han visto salpicados por la violencia. No es algo nuevo, la proliferación de peleas a altas horas de la madrugada cuando está aguando las fiestas, en especial a los jóvenes desde hace ya varios años, también en otros municipios como Sant Feliu de Llobregat, lo que apunta a un patrón. La problemática cobra ahora mayor protagonismo ya que uno de los detenidos por apuñalar a otro joven en la reyerta de Molins de Rei es un menor de edad emparentado con Morad, el conocido rapero de origen magrebí del barrio de La Florida, en L’Hospitalet.
El último episodio de esta triste crónica de sucesos comarcal se produjo en la madrugada del pasado domingo al lunes cerca del parking de la estación de Renfe de El Prat. A esa hora, una turba de alrededor de 200 personas lanzó botellas y otros objetos contra un grupo de Mossos d’Esquadra que habían acudido al lugar alertado por una pelea entre dos jóvenes. lo que parecía un incidente puntual acabó siendo un enfrentamiento colectivo.
Lanzamiento de objetos a la policía
Según los testimonios y las fuentes policiales, cuando las patrullas policiales llegaron al lugar para intervenir, la situación se tensó inexplicablemente. Un grupo de personas –en principio vinculados con los dos jóvenes que se estaban peleando- intentó repeler la acción policial lanzándoles todo tipo de objetos. Ante la magnitud del altercado, los Mossos solicitaron refuerzos y se desplazaron hasta el lugar varias unidades de la BRIMO (antidisturbios) y del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) para controlar la situación.

La refriega finalizó con un agente herido, que sufrió un golpe leve en el brazo al recibir el impacto de una botella y con una persona detenida por desórdenes públicos y atentado contra la autoridad. Hasta el momento no ha trascendido la identidad ni la nacionalidad del arrestado ni tampoco su vínculo con los altercados o con la pelea que lo incendió todo.
Un arma blanca contra tres menores
La noche anterior se produjo una agresión todavía más sangrienta en plena Festa Major de Molins de Rei, unos festejos que tristemente se están viendo salpicados por episodios violentos en los últimos años. Hacia las 2 de la madrugada del sábado al domingo, dos jóvenes de origen magrebí iniciaron una trifulca con tres menores en los aledaños de la plaza de l’Estació sin que al parecer hubiera ningún motivo para ello. De repente, en mitad de la discusión, uno de los dos agresores –el familiar lejano de Morad–, sacó un arma blanca y agredió a los tres, provocándoles cortes en la cara. Los agresores podrían haber elegido a sus víctimas al azar y haber actuado simplemente “por diversión”, según fuentes policiales.
En un principio, se informó de que este familiar del Morad era su propio hermano, pero el rapero ha confirmado a El Llobregat que este hecho es incierto ya que él únicamente tiene hermanas. Sí que ha reconocido un parentesco (aunque lejano) con el agresor, quien fue detenido e inmediatamente pasó a disposición de la Fiscalía de Menores y ya ha ingresado en el centro de menores Can Llupià, en Barcelona, en régimen cerrado. Su compañero ha sido identificado, pero no consta que haya sido arrestado por estos mismos hechos. Los investigadores apuntan a que los dos agresores formaban parte de una banda más numerosa, integrada por entre seis y ocho adolescentes, que se desplegó por la zona de la plaza de l’Estació “en busca de pelea”, según la policía.
Antecentes policiales y reformatorio
No es la primera vez que el hermano de Morad se ve envuelto en casos de violencia juvenil. Según fuentes policiales, el menor del barrio de La Florida cuenta con un historial de al menos once expedientes abiertos en la Fiscalía de Menores, relacionados en su mayoría con robos, peleas y agresiones. En uno de estos casos previos ya se le aplicó al joven una medida de libertad vigilada que no respetó, lo que le suposo el ingreso en el reformatorio durante varios meses.
Las tres víctimas del ataque con arma blanca fueron trasladadas al Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues con heridas que no revisten gravedad, según los primeros comunicados oficiales, aunque uno de los tres agredidos sufrió el desprendimiento de un moflete. Hasta el momento no se ha hecho público el parte sobre el estado actual de los tres heridos.
Dispositivos policiales especiales
Por desgracia, este no fue el único incidente que empañó los festejos de Molins de Rei. Los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de la ciudad desplegaron durante las tres noches de fiesta un dispositivo especial conjunto que se ha saldado con un total de 13 detenidos. De estos arrestados, ocho están acusados de robos con violencia e intimidación de objetos como carteras, relojes o teléfonos móviles o relojes y otros dos por amenazar a unos vigilantes.

Tampoco es la primera vez que algo así ocurre en la Festa Major de Sant Miquel de Molins de Rei. Durante los festejos de 2023 la ciudad se vio envuelta en disturbios graves. Un grupo de jóvenes encapuchados lanzó objetos contra la policía local y los Mossos, quemó contenedores, causó destrozos en comercios (tiendas, concesionarios…) y numeroso mobiliario urbano. La investigación terminó con 17 detenidos, algunos de ellos reincidentes y uno de ellos menor de edad. Tras estos sucesos, el municipio anunció refuerzos policiales para las celebraciones futuras como el desplegado durante este pasado fin de semana.
De Molins de Rei a Sant Feliu de Llobregat
Ese mismo año volvieron a repetirse incidentes similares, aunque de menor intensidad, y pese al despliegue de un dispositivo especial en la vecina localidad de Sant Feliu de Llobregat. En la Festa de Tardor 2023 (que se celebra el fin de semana posterior a la de Sant Miquel de Molins de Rei), grupos violentos protagonizaron actos vandálicos, con enfrentamientos a la policía y daños en mobiliario urbano. Dos años antes (en 2021) hubo robos masivos de móviles, peleas, e incluso apuñalamientos durante las fiestas de Sant Feliu a pesar del refuerzo policial previsto para esos días.
No parece que estemos frente a hechos aislados sino frente a un fenómeno cada vez más recurrente. Aunque Molins parece el epicentro de esta oleada de altercados, ningún municipio metropolitano es ajeno a ellos (solo hay que fijarse en los casos de Sant Feliu o El Prat). La policía reconoce que con el final del verano y la llegada de muchas fiestas mayores (incluidas las de la Mercè en Barcelona) los actos violentos están a la orden del día, o más bien de la noche, y parece plausible que exista “un patrón” común.
Factores que se repiten en todos los conflictos
Sólo analizando esta lista de sucesos más recientes ya se detectan algunos factores que se repiten en todos los conflictos: fiestas mayores con grandes conciertos, horario nocturno (casi al alba), grupos de jóvenes que no residen en la ciudad donde se producen los incidentes y una combinación de alcohol y de ventanas de oportunidad, en las que se aprovechan momentos de una cierta relajación o con un aparente menor control policial visible para desatar la violencia.
La participación de jóvenes foráneos al municipio en los disturbios dificulta la prevención policial porque los grupos no están inscritos en las dinámicas comunitarias del municipio ni sujetos a una vigilancia especial. Además, los incidentes suelen comenzar cuando finalizan las actuaciones musicales o los eventos más multitudinarios, lo que facilita a los violentos confundirse entre la aglomeración de gente y el descontrol puntual que favorecen el anonimato. Aunque en muchas ocasiones, los principales protagonistas de los sucesos tienen antecedentes o están fichados.
Combinación de alcohol y rencillas
Aunque no siempre consta en los informes policiales ni se hace público a los medios de comunicación, muchos de los incidentes se desarrollan en contextos donde hay un ingente consumo de alcohol y en escenarios en los que se agrupan jóvenes que han coincidido en otros momentos de la fiesta. La combinación de alcohol y alguna posible rencilla se convierte en el combustible perfecto para que prenda la mecha de las peleas, las agresiones y los disturbios.
Y al amparo de la multitud también aparecen los oportunistas que aprovechan la confusión para robar o provocar saqueos y en ocasiones dan un paso más y la emprenden con el mobiliario urbano, los vehículos estaciones en la zona de conflicto, los contenedores de basura (que suelen acabar siendo pasto de las llamas) y los escaparates de los comercios, victimas todos ellos de actos vandálicos.