En un mundo dominado por avances científicos y tecnológicos, el modelo educativo chino emerge como un referente de excelencia en disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Sus estudiantes destacan en evaluaciones internacionales como PISA, gracias a un enfoque riguroso que prioriza la disciplina, el esfuerzo memorístico y la competencia feroz. Sin embargo, esta aproximación suscita interrogantes sobre su idoneidad para sociedades occidentales, donde los valores humanísticos constituyen el pilar de la formación integral.