La superpoblación de palomas amenaza con convertirse en un problema de salud pública en todo el área metropolitana barcelonesa. Esta especie de aves está colonizando de forma desmedida el Baix Llobregat y L’Hospitalet porque carece de depredadores naturales. Los Ayuntamientos de la comarca insisten en que no se les debe dar de comer bajo ningún concepto y han estipulado multas para los infractores.
Hay más palomas en Barcelona ciudad que habitantes en Cornellà. El censo aproximado contabiliza 100.000 palomas sobrevolando la ciudad olímpica; casi diez mil más que los 91.000 residentes del municipio de este Baix Llobregat. Es fácil imaginar cómo esta especie ha colonizado Barcelona y su área metropolitana. En esta telaraña urbana han encontrado escondites y huecos entre fachadas, azoteas, ventanas y cornisas que emulan a los acantilados y zonas costeras que habitaron en su inicio como especie. Ellas, las palomas, han acompañado a la humanidad en buena parte del recorrido de la evolución del homo sapiens, pero nunca como ahora se encontraron tan agustito. No comparten el entorno con depredadores naturales. Por tanto, no saben qué es el miedo. Y sin temor alguno, ya que ninguna otra especie se las va a comer a ellas, despliegan felices sus alas cada mañana para ‘apatrullar’ la ciudad. Todo ello mientras emiten su banda sonora: ese gorjeo, arrullo o zureo que saca de sus casillas a no pocos ciudadanos.
En las ciudades, en el hábitat urbano, encuentran cobijo, alimento y lugares ideales para anidar y reproducirse. “El principal problema es la multiplicación sin control”, advierte la doctora Cristina Mauset, jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del hospital de Bellvitge. ‘Una paloma o cualquier otro tipo de pájaro no es un problema en sí mismo, pero sí es potencialmente portador de zoonosis”, un término médico y científico que hace referencia a las enfermedades infecciosas que transmiten los animales a los humanos. “Y una colonia descontrolada de palomas comporta un riesgo mayor”, añade la doctora Masuet. Las heces y las plumas de las palomas son las encargadas de expandir enfermedades como la psitacosis o la salmonelosis; además de provocar reacciones alérgicas, E.coli o portar ácaros, pulgas y algunos virus. Y las personas con bajas defensas en el sistema inmunológico son sus víctimas predilectas.
Evitar la reproducción descontrolada
¿Qué podemos hacer? Mantener a raya la colonia de palomas en los municipios y evitar la reproducción descontrolada. Para ello es imprescindible que los insensatos ciudadanos que les dan de comer, dejen de hacerlo. ¡Absténganse de dar miguitas de pan a las aparentemente inocentes palomas! Principalmente durante la primavera y el verano, estaciones en las que se produce la puesta de huevos.

Los ayuntamientos están respondiendo a la multiplicación descontrolada con campañas de información y divulgación. “Informar, informar e informar. Esa es nuestra estrategia”, explica la jefa de la Unidad de Salud Pública de Sant Boi, Silvia Vidal Carreño. El municipio realiza un mapeo periódico para delimitar los rincones de la ciudad en los que más palomas se han reproducido y donde el número de integrantes de la colonia comienza a sobrepasar el límite aconsejable. “Agentes cívicos informan a los vecinos que dan de comer a las palomas que dejen de hacerlo y se les explica las razones y peligros que comporta esta acción”. En el caso que hagan oídos sordos después de diversos intentos de diálogo y negociación, será el turno de la policía y la imposición de multas.
Un potencial problema de salud pública
“¿Qué argumentos les hacemos llegar a las personas que alimentan a las palomas?”-sigue Silvia Vidal- “Advertimos que si una paloma está muy bien alimentada cría más y mejor, y las crías también tienen más posibilidades de sobrevivir. Todo ello conduce a la superpoblación y, por tanto, a un potencial problema de salud pública”. La ordenanza municipal establece que está prohibido alimentar a los animales salvajes urbanos. “Una paloma no necesita que nadie le facilite comida. Su trabajo es el de buscar comida por sus propios medios. Las palomas no necesitan nuestra comida”, sentencia la técnica municipal.
No alimentar a las palomas. Este es el primer mandamiento municipal para controlar la colonia de columbiformes. Pero no el único. La segunda línea de acción pasa por dificultarles su arraigo en los lugares de estancia y cría. Las casas abandonadas, las terrazas donde se han improvisado espacios para guardar trastos o poner la lavadora, las cornisas, los aires acondicionados, los falsos techos de los locales, las cámaras de ventilación de los edificios se han convertido en verdaderos hoteles de cinco estrellas de las palomas. Allí se instalan, viven en comunidad y se reproducen sin freno. En este sentido, está en manos de las comunidades de vecinos y los propietarios de inmuebles invertir en la instalación de elementos antiposamiento. Sin embargo, ¿qué hacer cuando todo falla? “Distribuir pienso anticonceptivo es una opción o directamente capturar a las palomas” sobrantes, responde Silvia Vidal. Esta acción, la captura de las aves, es competencia exclusiva de los Ayuntamientos. III